Los Templarios
en el ejército de Robert Bruce
Según una tradición escocesa, numerosos
caballeros templarios –que habían huido de Inglaterra luego de la abolición de
su orden– se habrían refugiado en Escocia en tiempos en que el futuro rey,
Robert Bruce, intentaba liberar a su país de la dominación inglesa. La rebelión
escocesa se había iniciado con William Wallace, pero fracasó por las disputas
internas de la nobleza. Muerto Wallace, Robert Bruce asumió el liderazgo y
enfrentó al ejército de Eduardo II en la batalla de Bannockburn, librada el 24
de Junio de 1314.
¿Qué hay de cierto en esto?
Evidentemente no existen documentos de la época que puedan considerarse como fuentes
en sentido estricto. Pero hay varios puntos que deben ser tenidos en cuenta
respecto de la posible supervivencia templaria en Escocia. El primero de ellos
es que, a diferencia de lo que ocurrió en Francia, en donde los templarios
fueron tomados por sorpresa y apresados en una
de las operaciones policiales más coordinadas y perfectas que recuerde
la historia, la situación fue distinta en Inglaterra, Irlanda y la propia
Escocia.
Desde un principio, Eduardo II se
oponía a arrestar a los templarios de Inglaterra a quienes respetaba y tenía en
alta consideración. Para cuando la Inquisición lo obligó a cumplir con los
arrestos, los templarios habían tenido el tiempo suficiente de escapar y buscar
refugio. Los primeros encarcelamientos en Inglaterra ocurrieron en enero de
1308, es decir tres meses después de los ocurridos en Francia. En ese momento
la situación con la insurrección escocesa ya se tornaba grave y las
preocupaciones del rey Eduardo II estaban muy lejos de la cuestión templaria.[1] Algo
similar ocurrió en Irlanda, en donde los templarios poseían numerosas
prefecturas y castillos. Algunos fueron apresados en el mes de febrero (apenas
treinta de una guarnición calculada en 300 caballeros) y no se conoce que hayan
sufrido el mismo martirio de sus hermanos franceses, ni mucho menos. Otro tanto
sucedió en Escocia, de modo que es muy probable que las fuerzas combinadas de
templarios ingleses, irlandeses y escoceses se hayan reunido el algún lugar en
el norte del territorio controlado por los hombres de Bruce. Al fin y al cabo,
la mayoría de ellos –guerreros de elite, hábiles políticos y con una vasta red
de contactos y recursos– habían tenido cuatro meses para planificar la huida y
escapar de la cárcel segura, la tortura y la muerte.
¿Pero dónde se reunirían? ¿Existen
pruebas de que hayan combatido a las órdenes de Robert Bruce? Aquí el tema se
torna más complejo, pero a la vez más interesante, porque si así fuera,
explicaría por qué los escoceses estuardistas del siglo XVIII –acorralados por
el exilio, y decididos a recuperar la independencia de su país– le daban tanta
importancia a aquella fuerza militar templaria que había sido decisiva en la
guerra librada por Bruce provocándole una dura derrota a los ejércitos de
Eduardo II. También explicaría por qué flotaba en la atmósfera de la masonería
escocesa este espíritu de cruzada.
Según se sabe, los ingleses marcharon a
la batalla convencidos de que los escoceses no contaban con una fuerza de
caballería importante. No cualquier jefe militar podía darse el lujo de contar
con caballeros bien pertrechados, y en el caso de Bruce se trataba de un
ejército en el que los soldados profesionales eran escasos y había gran
cantidad de gente de a pié que se le había unido durante la insurrección. Los
ingleses conocían esa falencia en las tropas de Bruce y marcharon seguros y
confiados, con un enorme ejército muñido de una importante cantidad de
caballeros.
Actualmente se considera que el equipamiento
de un caballero medieval, con su corcel de batalla, más al menos dos caballos
auxiliares, su armadura, sus pajes etc. equivalía al de un tanque de guerra
moderno. En efecto, la caballería medieval tenía el mismo poder y rol de
combate que la actual caballería blindada. Era impensable para los ingleses,
que el rey Robert dispusiera de los medios para armar una escuadra de
caballeros que hiciera frente a la suya. La irrupción de una carga de
caballería en medio de la batalla habría descalabrado la estrategia de los
jefes militares ingleses, inclinando la victoria del lado de los escoceses.
Siguiendo la misma línea del relato, esa caballería que irrumpe por sorpresa,
no era otra que la de los templarios escoceses, ingleses e irlandeses que
habían puesto sus armas al servicio de Bruce.
De acuerdo a las crónicas de la época y
a los actuales estudios, el ejército ingles se presentó a la batalla con cerca
de 2.000 caballeros y 15.000 infantes, de los cuales una gran cantidad eran
arqueros. Por su parte, los escoceses contaban con un ejército de 6.500 hombres
de a pié y 500 jinetes. [2]
Lo sorprendente es que los escoceses ganaron
la batalla y masacraron al ejército del rey Eduardo II que debió huir, dejando
en el campo miles de ingleses muertos y otros miles de prisioneros. La batalla
de Bannockburn resulta todavía un desafío para los estudiosos de la guerra y es
considerada una de las más importantes de la historia. Pero más allá de la
leyenda -que señala que el jefe templario Pierre D’Aumont irrumpió en el campo
comandando una gran cantidad de caballeros templarios y sembrando el pánico
entre los ingleses- lo cierto es que no se explica esta derrota sin un factor
que, al menos oficialmente, nunca fue reconocido.
Esta teoría fue ampliamente difundida
por los historiadores del siglo XIX. Recientemente, Michael Baigent y Richard
Leigh han hecho un excelente trabajo de recolección de citas y fuentes entre
las cuales hay algunas que vale la pena mencionar.[3]
Charles G. Addison, en su obra The History of the Knights Templar,
escrita en 1824, afirma que muchos templarios ingleses continuaron en libertad,
habiendo conseguido huir de sus perseguidores eliminando por completo las
marcas de su antigua profesión, y que algunos de ellos habían escapado
disfrazados hacia las zonas montañosas y yermas de Gales, Escocia e Irlanda.[4]
Otros historiador inglés, Anthony Oneal
Haye, escribió en 1865”…nos han dicho que
habiendo desertado del Temple, se enrolaron bajo las banderas de Robert Bruce y
lucharon a su lado en Bannockburn… La leyenda afirma que después de la decisiva
batalla de Bannockburn Bruce, a cambio de eminentes servicios, formó con estos
templarios un nuevo cuerpo”.[5]
En tanto que el ya citado Robert Aitken sugiere que “…los templarios encontraron refugio en las
filas del pequeño ejército del excomulgado rey Robert, cuyo temor a ofender al
rey de Francia habría sido sin dudas superado por su deseo de asegurar el
concurso de unos cuantos hombres de armas capaces como guerreros”.[6]
Más recientemente Desmond Sewuard
afirmaría que todos los templarios escoceses lograron escapar excepto dos, y
que sería muy posible que encontrasen refugio con las guerrillas de Bruce,
señalando que, de hecho, el rey Robert nunca ratificó de manera legal la
disolución del Temple escocés. Podríamos seguir con una larga lista de
historiadores que abonan esta hipótesis.
La tradición afirma que los templarios
hicieron una alianza con Robert Bruce y constituyeron la caballería de su
ejército, actuando como un factor sorpresa que no había sido previsto por los
ingleses. Como hemos visto, esta teoría parece tener cierto sustento histórico.
[1]
Robert Aitken afirma incluso que los inquisidores debieron actuar con premura y
salir de Inglaterra rápidamente dado el poder creciente de Bruce y los
preparativos para la guerra. The Knights Templars in Scotland.
[3]
Baigent, Michael y Leigh, Richard, Masones
y Templarios (Madrid, Martínez Roca, 2005) pp. 82-84
[5] Haye, Anthony Oneal, The Persecution of the Knights Templars (Inglaterra, Thomas George
Stevenson, 1865), p. 114.
[6] Aitken, Robert. Ob. cit. p 34.